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  • Foto del escritor Estela Franco

Maestras...consecuencias psicológicas en el estado de alarma.



Años atendiendo a maestras… años acompañando las dificultades que les suponía tanto a nivel profesional como personal el propio sistema educativo, la relación con les compañeres, con les niñes, las diferencias en los tipos de enseñanza….


Un sistema educativo pesado, un sistema por revisar, por mejorar.


Maestras que sentían como su vocación, su ilusión y sus ganas se iban convirtiendo en una “cosa” teñida de inmovilismo y desasosiego. Se iban transformando en un insomnio de septiembre a junio, en una tensión crónica en el cuello, en los hombros… en dolores de cabeza o en dificultades para concentrarse o crear.


Y es que a pesar de las vacaciones y del salario fijo continúo viendo maestras con somatizaciones y con estados emocionales no demasiado cercanos al placer.


Hoy… COVID-19… hoy mayo del 2020 sigo acompañando maestras con dificultades sumadas y revueltas.

El mismo sistema educativo con la pretensión de continuar siendo ese “mismo” aun cuando todo ya es diferente.

Un tiempo en casa, algunas en soledad o en la falsa compañía de una pantalla detrás de otra, otras cuidando de nuevo, pero esta vez intentando además suplir la falta de calle y de relación.

Haciendo turnos con su pareja, las que pueden, las afortunadas y desarrollando un teletrabajo de nuevo desde las exigencias de ese sistema obsoleto y para nada acorde con las circunstancias actuales.


Hoy estas maestras… ya no vienen con síntomas depresivos ni de ansiedad. Hoy estas maestras acuden a la consulta con cuadros de estrés desde el cual la intervención se complica por la necesidad de premura y porque el vaso está a rebosar.

Un estrés que ya venía siendo y que se agrava cada vez más con evaluaciones, trabajos, video-todo y con la dificultad del trabajo en equipo cuando los miembros del equipo están en modo supervivencia.

Un estado que se agrava por la demanda de las familias de soporte emocional expresado en forma de atención, de críticas o de mas contacto del aparentemente necesario.


Así pues estas maestras, en función de maestras, en función de madres, de psicólogas, de amigas, de … abandonan… se abandonan para cumplir esas demandas.

En el mejor de los casos sentirán la exigencia y el malestar y podrán poner un límite de alguna forma… en otros desarrollarán síntomas o su relación familiar se verá afectada por ser el lugar donde se deposita toda la angustia.


Aún permanece la idea de que este sistema productivista se sostiene, que podemos continuar sin atender-nos ni cuidar-nos, y continuar sin darle el espacio que corresponde a los afectos, emociones y sentimientos, en hombres, en mujeres, en sistemas familiares y en organizaciones.


Quizá sea momento de cuidarnos, de buscar apoyo, de construir desde este lugar donde nos encontramos dejando atrás la mirada de lo que era.



Todo mi cariño y mi respeto maestras.

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